Usualmente cuando iniciamos un nuevo proyecto o tenemos un objetivo que queremos alcanzar, o simplemente cuando pensamos que todo está encajando, nos sentimos llenos de fuerza y energía y con mucho ánimo. Sin embargo, en un momento sucede algo que nos hace perder esa motivación y parece que perdemos el rumbo porque ya no le hallamos sentido a nada de lo que hacemos, sumergiéndonos así en un estado de desánimo.
Ahora, el desánimo es una emoción que aparece de manera sutil y va en aumento afectando tanto el cuerpo, el alma y espíritu, y como sabemos que una vidafit incluye cómo estamos en cada una de estas áreas, no podemos dejar pasar por alto cuando una emoción como esta nos ataca. Es por esto por lo que hoy te compartimos cómo estamos haciendo frente a esta emoción que se ha hecho evidente a causa de una lesión, la alteración de nuestra rutina y por no ver cambios en algunas circunstancias en nuestras vidas.
¿Por qué nos desanimamos?
La respuesta corta, es que nos desanimamos porque somos seres humanos. Criaturas que no somos infalibles ni eternas, así que podemos fallar en cualquier sentido, y por lo tanto debemos lidiar con lo que esta condición puede provocar en nosotros mismos, en lo que hacemos, en la forma en que lo hacemos y en los resultados que obtenemos.
La vida es una sucesión de lesiones que debe ser vivida para entenderse.
Helen Keller
Teniendo esto claro, también es cierto que hay algunas condiciones o sucesión de lesiones como diría Helen Keller, que nos sumergen más rápido o más profundo a ese estado de desánimo. La primera de ellas es el cansancio, ese agotamiento físico, mental y emocional que nos llega cuando hemos dado lo mejor de nosotros, nos hemos esforzado y hecho las cosas con diligencia, y un día parece que nuestro cuerpo, mente y emociones no dan más, nos quemamos. Si este es tu caso, lo que necesitas es descansar. Evalúa por qué ya nos das más y recuerda que el descanso es un pilar igual de importante en un estilo de vidafit.
Otra causa del desánimo es la frustración, que aparece cuando nos encontramos con distracciones, cosas que se interponen y estorban, robando nuestra energía, afectando nuestro desempeño y evitando que nos enfoquemos en lo realmente importante o en lograr lo que queríamos. De ser así, debes por un lado diferenciar qué es importante y qué no en tu vida y en el logro de lo que quieres, priorizar lo importante y remover, cuando sea posible, las cosas que te están distrayendo porque si no van a seguir siendo un estorbo y nunca vas a poder avanzar.
La última causa que detectamos, aunque puede haber muchas más, es la desilusión. Esta nos desanima porque cuando al comparar lo que esperábamos que fuera el resultado de nuestro esfuerzo con lo que realmente estamos obteniendo hay una diferencia negativa, ya sea porque nos quedamos cortos o porque habiendo logrado el resultado ya no nos parece suficientemente bueno desde nuestro propio punto de vista o porque lo comparamos con el resultado de otro.
Esta es una de las causas más comunes del desánimo porque creemos que hemos estado haciendo todo lo que debíamos, pero pasa el tiempo y lo que queremos que cambie sigue ahí, el malestar y la enfermedad sigue ahí, las peleas y conflictos siguen, el peso no baja, como nos sentimos no cambia. Lo importante en estas circunstancias es reconocer nosotros mismos, frente a otros, pero sobre todo ante Dios cómo nos sentimos, llorar si es necesario para desahogarnos, pero no quedarnos mucho tiempo en el lamento. Debemos sobreponernos, cambiar nuestro pensamiento enfocándonos en encontrar lo bueno de ese nuevo punto en el que nos encontramos, por mínimo que sea, ser pacientes y perseverar.
Desiste de desistir
Sin importar cual sea la causa de tu desánimo, no desistas. No renuncies a hacer lo que es correcto solo porque estas cansado, recuerda que Jesús dijo “vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” así que ve a Él y pídele que te lo de; no desistas si te sientes frustrado, ten presente que el único que tiene el control de todo es Dios y que el “dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman” incluso todos los obstáculos; y mucho menos desistas porque consideraste que ya no vale la pena según tu opinión o la de otro. Recuerda que hay un único veredicto que realmente nos debe importar y es el de Dios.
Así que acéptalo, tal como lo hizo Jesús en Getsemaní, quien después de 33 años de vivir correctamente y amando a Dios y a los demás, aceptó que debía morir en la cruz pero sabiendo y confiando que el verdadero final no era la muerte sino resucitar para estar cerca al Padre y ser glorificado con Él; de tal manera aprendamos nosotros también a decir con él: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes! ¡Sí, ten confianza en el Señor!
Salmo 27:14
Esperamos puedas seguir reflexionando sobre este tema, y puedas poner en práctica algunos de estos consejos; cuéntanos cómo te has recuperado en esos momentos de desánimo, nos encantaría saberlo.